A propósito de la "salida" del Ministro de Educación Wert con el concepto de "españolización" de los niños catalanes, merece una reflexión sobre el porqué de esta "salida", a mi juicio, de "pata de banco.
No entro a debatir las distintas reformas educativas que este país ha "sufrido" desde hace 50 años, a cual más desastrosa en mi opinión, excepto la reforma de la introducción de la EGB y la supresión del antiguo bachillerato realizada por el ministro de Educación Villas Palasí en 1970; este tema merecería un capítulo aparte.
Quiero centrarme en la adopción por parte de la Generalitat catalana del concepto de "inmersión lingüística" y asumido por otras comunidades autónomas, en mayor o menor medida, caso del País Vasco, Galicia, Baleares o la Comunidad Valenciana.
Me resulta harto difícil de entender que teniendo la riqueza del bilingüismo se opte por la supresión de una parte de esa doble educación, de esa doble riqueza, en este caso la supresión de la educación en español, con todo lo que ello conlleva, me viene a la mente en este momento el chico que ganó un premio Goya por la película "Pa Negre" que le costó "sangre, sudor y lágrimas" expresarse correctamente en castellano en dicha ceremonia, cuando fue a recoger su premio. Y me pregunto, ingenuo de mi, ¿por qué a ese chaval se le ha coartado la posibilidad de expresarse en dos idiomas? ¿Se es menos catalán expresándose en catalán y español?
Y llega el inefable ministro Wert con la idea, "brillante" de "españolizar" a los chicos catalanes.
Pues eso, que de aquellos lodos, provienen estos barros.